El carboncillo es uno de los materiales artísticos más antiguo, ya fue utilizado en el arte prehistórico. En las cuevas de la edad de piedra, por ejemplo en Chauvet (Francia), lo hicieron servir. Por lo tanto, tiene una antigüedad de unos 30.000 años. Ya en esos tiempos cubrían las paredes de las cuevas con el carboncillo, el hollín o los huesos quemados de sus hogueras.
Se obtiene por la combustión de bastoncillos de madera, sauce o sarmientos son las mejores.
En el arte en general se ha utilizado para representar volumen a través de luz y la sombra. Los negros son diferentes según la madera utilizada o el proceso utilizado para quemarla. También los diferentes papeles modifican en resultado, papel de grano grueso o medio, papeles grises o marrones, etc..
En la terapia, el carboncillo se trabaja plano, no con la punta, con el propósito de crear superficies que irán de la oscuridad a la luz, pasando por diferentes matices de gris. Tiene un efecto dramático, que aporta fuerza y coraje.
Es adecuado, como terapia, para trabajar con pacientes con anemia, epilepsia, bronquitis, anorexia, colitis ulcerosa y neurosis de ansiedad.
Ayuda en procesos de ansiedad por esa cualidad que lo hace especial:
La luz se une a la oscuridad
La oscuridad deja paso a la luz
Para conservar el blanco del papel, se utiliza primero un trapo fino de algodón y en último lugar se utiliza una goma miga de pan
Se puede combinar con sanguinas y barritas blancas.
La sanguina puede ser un medio arte terapéutico en algunos casos agudos, en los que el paciente se ve incapaz de utilizar el negro